Una
 vez, mi perro y yo vivimos una pequeña aventura en unas vacaciones de 
verano. Fuimos a un supermercado cerca de un banco, y Nerón empezó a 
ladrar y a tirar de la correa.
-¿Qué pasa Nerón? -pregunté mientras el perro seguía tirando.
Después
 el perro se soltó y corrió hacia el banco, nosotros fuimos detrás de 
él. Había un ladrón que consiguió atar a Nerón. Todos estaban 
aterrorizados. Yo me arrastré hacia Nerón y lo solté y él silenciosamente
 le mordió al ladrón mientras yo llamaba a la policía, que detuvo al 
ladrón que, con los ojos llorosos, se tocaba el culo de dolor. La 
policía nos dio las gracias por ayudar y tranquilamente nos fuimos al 
cine de verano, pero el ladrón no aprendió y le pegó un rodillazo al 
policía. La gente otra vez se aterrorizó y empezaron a llorar, a gritar,
 a correr...
-¡Oh no, el ladrón se ha escapado!
Pero Nerón era un perro grande y me monté en él como si fuera un caballo.
Adelantamos al ladrón, pero él pasó por encima de nosotros como si no fuéramos más que un grano de arroz.
-¡Ja, ja, ja!, ¡Jamás me pillaréis, soy muy rápido!
Nerón
 y yo nos pusimos furiosos y el perro pegó un salto, llegó hasta el 
ladrón y yo, como si fuera un vaquero, le eché un lazo y lo atrapé.
-Gracias de nuevo -agradeció de nuevo el policía, que esta vez tuvo más cuidado.
Al final volvimos a Íllora y nos vimos en las noticias.

Ja, ja, ja, muy gracioso el cuento Cristi
ResponderEliminarGracias.
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